¡Hola! ¿Cómo estás?
Espero que leas esto en un momento que para ti esté bien.
Hoy es un día lluvioso. Por momentos, parece incluso invierno, ya que la temperatura ha bajado en comparación hace unos días. Estos días, para mí, son un pequeño regalo. Disfruto mucho de la lluvia, pero sobretodo del olor que desprenden las hierbas y las plantas mojadas. Ese perfume, me aporta paz, conexión y bienestar.
Y hoy, precisamente, te estoy escribiendo en este estado con la intención de compartir contigo un tema que creo que no tenemos demasiado en cuenta como padres y en la crianza, y siento que es fundamental.
El tema son las transiciones.
Como cuidamos y vivimos los momentos de pasar o transitar de un estado al otro, de estar a un ritmo y a una energía a otro totalmente distinto, de estar en la mente a entrar en estado de presencia. Estos espacios de tiempo son esenciales que los tengamos en cuenta y que los cuidemos.
Así pues, en esta edición te compartiré 3 cosas:
Una experiencia reciente sobre las transiciones, por si te inspira.
Un poco de teoría sobre las transiciones y el estado de presencia, para que tengas un poco de marco referencial a base de conocimiento contrastado.
Una práctica para empezar a darte cuenta de cómo vives las transiciones y cómo las puedes empezar a transformar, para que la puedas aplicar hoy mismo.
Con todo esto, y con la melodía de la lluvía de fondo…
¡Empezamos!
El arenero
Como te he ido contando en otras ediciones, algunas mañanas cada semana las paso con mi hija. Forma parte de la estructura familiar que hemos creado para que esto sea así, ya que nos permite vivir como sentimos mientras criamos en casa, y al mismo tiempo podemos disponer y disfrutar de espacios personales, familiares y profesionales.
Pues bien, en una mañana reciente, nada más salir de casa los dos y andar unos cien metros, mi hija se agarró muy fuerte a mis piernas y empezó a llorar. Era un llanto distinto del que es habitual. Nos paramos y le pregunté qué le ocurría. Al instante respondió: “mama”. Respiré, y como soy consciente de que estamos viviendo el proceso de separación (junto con otros tantos procesos que se dan simultáneamente) le intenté explicar que era normal lo que estaba sintiendo, que mamá estaba en casa y después la veríamos, que estaba con papá y que entendía perfectamente lo que estaba viviendo.
Después de unos minutos abrazados y con ella llorando cada vez más tranquila, intenté caminar un poco más hacia donde nos dirigíamos, para ver si podíamos transformar la situación después de haber sostenido lo anterior. No fue posible. Cada paso que daba, se agarraba más fuerte a mí y el llanto aumentaba de intensidad. Después de un par de minutos así, decidí que volvíamos a casa y que no era necesario forzar nada.
Al volver, estuvo un rato con mamá hasta que se calmó y reguló sus emociones. Después, como decisión familiar, decidimos que nos quedábamos en casa durante toda la mañana, pero manteniendo la estructura que tenemos acordada. Esto significaba que mi hija continuaría conmigo, y que su mamá tendría su espacio igualmente. Sentíamos que era una manera de respetar las necesidades de todos, y de cuidarnos.
Y ahora, después de esta experiencia, a lo mejor te preguntarás por el arenero, ¿no?
Pues el arenero es el espacio donde me sentí y me di cuenta de lo importante que era para mí, pero también para mi hija, cuidar de las transiciones.
Después de la experiencia que te he contado, como seguramente comprenderás, los estados internos de todos necesitaban de un tiempo de regulación para volver a conectar y poder estar en presencia. Por eso, el tiempo y espacio que necesitamos tanto ella como yo para estar otra vez en sintonía, era necesario que estuviera cuidado y que no hubiera presión por hacer algo concreto durante el período de tiempo que permaneceríamos juntos.
De este modo, dejando que tanto ella como yo hiciéramos lo que sentíamos en un espacio como el arenero y también en contacto con el agua (como ves la naturaleza contribuye a la regulación) sirvió, como si de una danza se tratara, para poco a poco irnos acercando hasta empezar a conectar y fluir en estado de presencia.
La transición es esto. Respetar, cuidar y permitir el tiempo y espacio necesarios para pasar de un estado a otro a favor del equilibrio natural.
¿Has vivido alguna situación similar, dónde te hayas dado el permiso para transitar de un estado a otro acompañando a tus hij@s o a la infancia?
¡Déjame un comentario explicando tu experiencia y te contestaré encantado!
Las transiciones tienen forma de U
Últimamente, estoy leyendo mucho sobre procesos y teorías que puedan acompañar y explicar el despliegue y desarrollo del estado de presencia. La verdad, existe muy poca cosa al respecto, y lo poco que he encontrado hasta ahora, proviene de campos de conocimiento un poco alejados a los que yo me dedico.
No obstante, sí que hay dos teorías que me parecen muy interesantes y que van ligadas a procesos y metodologías que explican a la perfección la importancia de las transiciones. O más bien, como todo proceso en el fondo es una transición en sí misma.
La primera que quiero compartir contigo es la Teoría U de Otto Scharmer. A modo de resumen, esta teoría es un modelo de transformación personal y colectiva sistémica que sostiene que los cambios duraderos nacen de una conexión profunda con el presente para crear el futuro emergente. Esta teoría se fundamenta en 7 pasos:
Download (Descargar): Dejar ir lo viejo. Liberarse de patrones mentales y hábitos del pasado.
See (Ver): Observar con nuevos ojos. Observar la realidad sin juicios ni preconceptos.
Sense (Percibir): Entrar en una percepción profunda. Sentir profundamente la situación desde todos los ángulos.
Presencing: Combinación de presencia y “sensing” percibir. Estar en el presente para percibir y sentir el futuro que emerge desde un lugar interno de quietud y conexión.
Crystallize (Cristalizar): Clarificar el futuro dándole forma a la visión que ha emergido.
Prototype (Prototipar): Experimentar y construir versiones iniciales de esa visión.
Deploy (Desplegar): Escalar y aplicar lo aprendido en acciones concretas y sostenibles.
La segunda es la teoría de las transiciones de William Bridges. Brevemente, esta teoría nos explica que todo cambio interno verdadero pasa por 3 fases que son:
Ending (finales): dejar atrás lo conocido, soltar lo que ya no es.
Neutral Zone (zona neutral): espacio de incertidumbre y transformación personal.
New beginnings (nuevos comienzos): donde lo nuevo emerge y se abraza con esperanza y energía renovada.
Después de presentarte brevemente las dos teorías,
¿Ves cosas similares?
¿Acaso una no podría ser un poco el resumen de la otra, o me lo parece a mí?
Bien.
Mi objetivo al presentarte las dos teorías era poderte invitar a explorar dos ideas.
Si te has dado cuenta, según estos enfoques, para poder realizar una transformación auténtica en cualquier ámbito de la vida (sí, los autores lo aplican tanto a nivel personal como colectivo y organizacional), necesitamos dos cosas.
La primera es aceptar que toda transformación, en el fondo, es una transición de un estado a otro, lo que conlleva un proceso (espacio - tiempo - digestión).
La segunda, y para mí la más importante y reveladora, es que para crear el futuro, necesitamos dejar ir el pasado, sumergirnos en el presente (descender por la U) y permitir que la presencia muestre y exprese lo que necesita para el siguiente paso.
Si estas dos ideas las llevamos a la crianza y al acompañamiento de nuestr@s hij@s en la vida cotidiana,
¿Se te ocurre cómo lo podrías hacer?
A continuación te comparto una pequeña práctica para que empieces a investigar en ti mism@ este proceso, y poder apreciar el poder que tienen las transiciones!
Volver al presente
La práctica que te voy a compartir es muy simple. Y por ser simple, a veces no le damos el valor o el verdadero potencial que tiene. La práctica es la siguiente:
Cuando sepas que vas a empezar una transición, es decir, que vas a dejar un estado para entrar en otro porque cambias de situación, tarea, dejas el trabajo y te encuentras con tu familia, o lo que sea, regálate solamente un minuto.
En este minuto, solamente observa tu respiración. Pon el foco en observar cómo es, sin pretender nada más que observarla, apreciarla. No hagas nada más.
Si puedes, durante este minuto, prueba de respirar suave, lento. Eso sí, por las fosas nasales.
Una vez haya pasado el minuto, obsérvate a ti mism@ si algo ha cambiado en ti. Seguramente, aunque sea por unos segundos, habrás realizado el viaje de la U y habrás conectado por un instante en el presente. De este modo, tu estado será otro.
Puedes utilizar la respiración y tu atención en ella como la llave que te acompañe a viajar a través de las transiciones, para entrar al presente y empezar de nuevo en la siguiente experiencia.
Recuerda el símbolo de la U. Parece una cara que sonríe, ¿verdad? Pues este es el viaje de las transiciones, dejar atrás, entrar en presencia y crear el futuro.
Estoy convencido de que el poder de un minuto para observar y poner tu atención en la respiración entre situación y situación es infinito, y por este motivo te invito a practicarlo.
Si lo practicas, ¿te apetece compartirlo conmigo? Déjame un comentario o contesta este mensaje a través de un correo electrónico y te contestaré encantado.
De corazón, deseo que te sirva para ti y para acompañar a tus hij@s o a la infancia con la que estés.
¡Un fuerte abrazo y seguimos!
Y si quieres explorar tu paternidad…
Te espero en:
29/4 - 18:00 Presentación abierta Grupo de Padres en la Crianza en Casa de l’Àvia - Espai Familiar (Premià de Mar, Barcelona).
6/5 - 18:00 Inicio Grupo de Padres en la Crianza en Casa de l’Àvia - Espai Familiar (Premià de Mar, Barcelona).
¡Escríbeme y te cuento los detalles!
El sembla molt pràctic el tema i ajuda molt a entendre en forma positiva els canvis o transicions... A mi m'ajuda en el punt que estic no nomes com a pare sinó tambe pq estic transitant la separació amb la parella.. un camí que està sent difícil de sostenir a moments.... Posaré en pràctica la U per agafar una visió positiva del meu procés!!!
Merciii i abraçades!!!